Hace muchos años escuché una frase que se me quedó grabada. Decía que quién se equivoca de vocación tendría una vida miserable.
En mi juventud tuve la inquietud de ingresar al seminario, al final por una serie de acontecimientos no ingresé aunque en realidad fue por miedo y soberbia de parte mía.
No puedo afirmar que ser sacerdote era mi vocación, pero debo admitir que es una idea que nunca se me pasó. En mi primer matrimonio (civil) y segundo matrimonio (eclesiástico) siempre he pensado que si llegará a enviudar me iría directo al seminario, actualmente me gustaría ser ordenado diácono, aunque dadas mis circunstancias actuales lo veo difícil. Muchas veces en la santa misa me imagino predicando y no como un laico, sino vestido de sacerdote.
Al final no sé si era mi verdadera vocación, estoy casado y como me dijo un Padre pues si te equivocaste te toca vivir la vocación del matrimonio. Debo reconocer que vivir la vocación del matrimonio es el mayor reto que tengo en este momento.
Joven si estás leyendo esto, te digo que no tengas miedo a decirle que si a Dios, no vaya a ser que en el futuro te des cuenta que te equivocaste.
Al final esos miedos que tuve, ahora los veo como pequeñeces.
Aquí estoy señor para hacer tu voluntad.
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